lunes, 27 de agosto de 2012

MAD-DUB


Butaca de avión de cuero gris barato, llena de folletos sobre cómo no morir en caso de accidente y con destino hacia Dublín. Exactamente son las 17:35 y mi aventura hacia mi año en Irlanda comenzó hace menos de 3 meses, en una de estas charlas con tus padres y que, increíblemente, encabezaron con este tema: “¿querrías irte un año a estudiar fuera?”. Yo de primeras dije que sí, no pensé en nadie, sólo en la oportunidad que me estaban exponiendo mis padres, pero a los 5 minutos pensé en todo lo que había olvidado anteriormente  y me di cuenta de todo a lo que tenía que renunciar: a mi familia durante un año, a mis amigos, a mi novio,  a la idea de que tenía que estudiar  1º de Bachillerato y que iba a ser duro de por sí, a Madrid, a todo.  Cambiar de aires lo llaman, yo lo llamo empezar de nuevo sin perder nada teniendo a los que te importan lejos de ti.

Este verano ha sido extraño. La mayor parte del tiempo me la he pasado pensando, llorando por las noches, intentando entender lo mayor posible el inglés y echando de menos a gente que todavía no tenía lejos, pero que tenía cerca y me daba miedo perderla, perder el contacto o simplemente porque no quiero tenerla tan lejos, a 2511 km de mí.

En situaciones extremas te das cuenta de las personas que te quieren de verdad, que te hacen saber que te van a echar de menos y, como siempre, he visto a las que más me importan y han reaccionado por esto cerca de mí, ya sea estando conmigo para animarme, pasando nuestro tiempo libre juntos o simplemente hablando.

Sé que va a ser una experiencia increíble para mí, eso lo sé y me siento un poco egoísta al llorar por tener que “irme del nido”, pero, digamos, que me he independizado con 16 años, que no he ido sola a ningún sitio (en plan viajes) y que me tengo que adaptar a otro idioma, personas, costumbres, a todo, SOLA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario